“CONVIERTE LOS FRACASOS EN ACTIVOS PERSONALES.”

Ajustador del Pensamiento: “Sus semejantes pueden estar asombrados por sus hazañas financieras o intelectuales. Sin embargo, debido a que son, ante todo seres espirituales teniendo una experiencia humana, la acumulación de riqueza impía, y fama vertiginosa no son los criterios por los cuales se llevará a cabo la revisión de sus vidas, una vez que partan del mundo carnal. Ustedes serán evaluados por la madurez de su carácter: la única posesión duradera que se llevarán consigo.

“La carrera del hombre que busca a Dios puede ser triunfal a la luz de la eternidad, aunque toda su vida temporal parezca un fracaso completo, siempre y cuando cada uno de sus fracasos durante la vida haya producido la cultura de la sabiduría y el alcance del espíritu. No cometas el error de confundir el conocimiento, la cultura y la sabiduría. Están relacionados en la vida, pero representan valores espirituales vastamente diferentes; la sabiduría por siempre domina al conocimiento y para siempre glorifica la cultura.” [LU, 160:4.16]

Esta declaración arroja una luz diferente sobre la vida humana, convirtiendo los aguijones del fracaso en activos espirituales. De hecho, si se manejan correctamente, los contratiempos son grandes catalizadores para el desarrollo del carácter y la adquisición de la ‘inteligencia callejera’. Si obtuviste sabiduría práctica ¿no estás mejor?

“La derrota es el espejo verdadero en el cual puedes honestamente contemplar tu auténtico yo.” [LU, 156:5.17] Lo mismo se podría decir sobre el éxito. La forma en que manejas tu buena fortuna dice mucho acerca de ti. ¿Te jactas de ella, o diriges humildemente, gratitud al Único a Quien le debes todo? Así como los fracasos pueden ser bendiciones disfrazadas, los éxitos pueden transformarse en maldiciones.

Los individuos exitosos ponen tanto las perlas de sabiduría cosechadas cuidadosamente, como las brillantes gemas de Verdad, Belleza y Bondad en su altar de sincera gratitud, para que el divino Orfebre los transforme en adornos deslumbrantes.”

Traducido por Silvia Adriana Cohane.