“VAMOS A DEJAR LAS COSAS CLARAS”
“Vuestros padres comieron maná en el desierto y están muertos. Pero este pan que desciende de Dios, si un hombre come de él, nunca morirá en el espíritu. Repito: yo soy este pan viviente, y toda alma que llegue a alcanzar esta naturaleza unida de Dios y hombre vivirá por siempre. Este pan de vida que yo doy a todos quienes quieren recibirlo, es mi propia naturaleza viva y combinada. El Padre en el Hijo y el Hijo uno con el Padre —esa es mi revelación dadora de vida al mundo y mi don salvador para todas las naciones.” [LU, 153:2.12]
Ajustador del Pensamiento: “El sacramento del pan y el vino realizado por Jesús en la Ultima Cena, fue una novedad solo en el significado elevado que Él le confirió. Siglos atrás, Maquiventa Melquisedec, otra divina personalidad encarnada, sabiamente sustituyó “un sacramento de pan y vino en vez del antiguo sacrificio de carne y sangre.” [LU, 93:4.14]
Agua, pan y vino fueron tópicos recurrentes en la vida de Jesús — en un sentido material o espiritual, o ambos. Durante la crisis de escasez de alimentos de Cafarnaúm, Jesús multiplicó las hogazas de pan para alimentar una multitud. En la boda de Caná, Él convirtió el agua en vino. Ambos eventos fueron provocados por los irrefrenables impulsos de Su compasivo corazón — la expresión humana del amor divino. Para disipar cualquier potencial malentendido sobre la naturaleza de Su rol como Salvador, Jesús enfatizó que su principal objetivo no era meramente atender las necesidades temporales, sino revelar a Su Padre en el Cielo a Sus hijos en la Tierra.
Mientras se dirigía a los peregrinos, una vez Él pronunció con autoridad: “El que tenga sed, que acuda a mí y beba. Del Padre en lo alto traigo a este mundo el agua viva. El que cree en mí se llenará del espíritu que esta agua representa [. . .] Cuando el Hijo del Hombre haya completado su obra en la tierra, se derramará sobre toda la carne el Espíritu vivo de la Verdad. Los que reciban este espíritu jamás tendrán sed espiritual.” [LU, 162:6.1]
En la Última Cena, luego de bendecir una copa de vino, Él dijo: “Tomad todos vosotros esta copa, y bebed de ella. Ésta será la copa de mi conmemoración. Ésta es la copa de la bendición de una nueva dispensación de gracia y verdad. Ésta será para vosotros el emblema del don y el ministerio del Espíritu divino de la Verdad. Yo no beberé otra vez de esta copa con vosotros hasta que la beba en forma nueva con vosotros en el reino eterno del Padre.” [LU, 179:5.1]
¿Envió mensajes subliminales cuando convirtió el agua en vino, o cuando se sintió perturbado por los sangrientos sacrificios de animales que se realizaban en el atrio del Templo de Su Padre? ¿Cómo piensan que se sintió cuando el foco de atención fue redirigido de la gracia salvadora de su vida ejemplar, al derramamiento supuestamente ejemplar de Su sangre inocente — algo que nunca aprobó cuando estaba vivo?
Un asesinato es un asesinato. En este caso, fue un horrendo aborto de la justicia presenciado por “las huestes invisibles de un universo estuvieron mirando, mudas, este fenómeno extraordinario del Creador que estaba padeciendo la muerte de la criatura, aun la más innoble muerte de un criminal condenado.” [LU, 187:3.1]
Sólo unos avezados abogados del Diablo pudieron manipular un jurado de sus pares, para convertirse en instrumento de semejante aborto de la Justicia. De hecho, el destino de Jesús fue sellado sin ningún debido proceso. Ciertamente no fue un Acto de Dios. Dejemos las cosas claras.”
Traducido por Silvia Adriana Cohane.